sábado, 18 de diciembre de 2010

¿Eres libre o esclavo? quizá...¿ un elefante atado o una ranita sorda?

Imagina que de pequeños y curso a curso se nos enseñara a ser libres y no esclavos, a pensar por nosotros mismos en vez de estar dirigidos, a valorar los sueños en vez de ignorarlos en pro de una visión de la sociedad, imagina que lo verdaderamente importante fuera la persona independientemente de la raza y posicion económica en vez de el dinero que lo permite todo.Imagina ser libre como un pajaro...que harias?



Me encanta esta filosofía...lo mismo falté el día que la explicaban en el cole..y lo mismo faltaron los poderes de la sociedad...y lo mismo la clase estaba vacía...peeero entonces quien se quedó solo escuchando lo que ntro interior ya conoce?...quizá los que tuvieron valor para pensar, hablar y actuar...pero nunca es tarde para recuperar parte de la libertad. Tenemos que hacernos conscientes y sentir que podemos desatarnos como en el siguiente cuento:


ELEFANTE ATADO

"Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante, que, como mas tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales… Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenia cinco o seis años, yo todavía confiaba el la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imagine que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza…
Este cuento hace que entre en un espiral de preguntas como:
  • ¿Cuándo dejé de luchar?
  • ¿Tan condicionados estamos por nuestras experiencias infantiles?
  • Si un elefante se agota al poco tiempo y es tan fuerte… ¿Cuánto hubiese tardado yo?
  • ¿Soy tan fuerte como aparento?
  • ¿Qué me afecta?
  • ¿Qué no me afecta?
  • ¿Qué puede ser que cambie tanto mi futuro condicionado por mi presente?
Vivimos pensando que no podemos hacer algo porque, cuando eramos pequeños, una vez no pudimos hacer algo. Creo que por eso mismo yo no soy nada buena en deportes, porque mi profesora de gimnasia me dijo que no era buena; yo me lo creí y por eso no he desarrollado esa habilidad. En cambio, disparando un arma no hay quien me gane, porque una vez disparé y pude hacer una diana perfecta."

Para participar es necesario gritar ánimos a todo el que quiera seguir un camino y necesite un empujón amigo para hacerlo...quizá la implicación tenga que ser constante y recíproca, quizá haya q hacerse un poco el sordo y seguir nuestras convicciones y deseos como en este fábula:
FABULA DE LAS DOS RANAS
"Hoy os traigo una fábula que me ha prestado un amigo, para resaltar el daño o el bien que unas palabras pueden hacer. Muchas veces no somos muy conscientes de ello.
Este cuento da a las palabras la importancia que en determinadas ocasiones pueden tener, para mal o para bien.
Lo escribió Hsien-Sheng Liang
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Las ranas se reunieron alrededor del hoyo.
Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y trataron de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió; se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más, la multitud de ranas le gritó que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir.Pero la rana saltó cada vez con mas fuerza hasta que finalmente salió del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: "¿No escuchaste lo que te decíamos?"
La rana les explicó que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse mas para salir del hoyo.
Esta historia contiene dos lecciones:
La lengua tiene poder de vida y muerte.
Una palabra te puede ayudar a levantarte o te puede destruir.
Tengamos cuidado con las palabras que decimos. Y sobre todo con las que escuchamos."


No hay comentarios:

Publicar un comentario